Rápido y sin incidencias. Así fue el XXVI Descenso de Navatas del río Cinca, que ayer congregó a más público del habitual en los 11 kilómetros que separan Laspuña de Aínsa, en Sobrarbe. Aunque los verdaderos protagonistas de la fiesta fueron los 16 tripulantes, que recibieron ovaciones y aplausos al paso de las almadías, utilizadas tradicionalmente para transportar madera hasta Tortosa. Ayer fueron dos embarcaciones, de tres tramos y con dos remos punteros cada una, porque, según explicó el presidente de la Asociación de Navateros del Sobrarbe, Ramón Nerín, "de esta forma dos pueden llevar el timón y tenemos mucho interés en que los nuevos vayan aprendiendo". Pasaban las 11.15 cuando la primera navata partió del puente de Laspuña, de donde colgaba una bandera de Aragón, mientras que la segunda lo hizo pasados cinco minutos, y mantuvo la diferencia durante todo el trayecto. Ambas tomaron velocidad enseguida, gracias a un caudaloso Cinca que les permitió llegar a su destino,